El accidente cerebrovascular (ACV) es la segunda causa de mortalidad en todo el mundo; es causa de 1 de cada 19 decesos en los Estados Unidos y la tercera causa de mortalidad en Taiwán. En ese país, el 74% de todos los ACV es de tipo isquémico; el 16.1%, 6.7%, 2.8% y 0.2% de los enfermos con ACV tienen hemorragia intracraneal, accidente isquémico transitorio, hemorragia subaracnoidea y trombosis venosa central, respectivamente. Asimismo, el ACV es la principal causa de discapacidad y representa un factor independiente de riesgo de demencia. Los costos directos e indirectos atribuibles a ACV son sustanciales.
Algunos factores de riesgo de ACV, como la edad y el sexo masculino, no pueden modificarse, mientras que otros son potencialmente modificables; entre estos últimos, merecen especial atención la hipertensión arterial, el tabaquismo, el cociente elevado entre la circunferencia de la cintura y la cadera, el sedentarismo, la diabetes, el consumo de alcohol, los factores psicológicos, las causas cardíacas y el cociente entre los niveles de apolipoproteína (Apo) B y Apo I. El síndrome metabólico, la dislipidemia y los niveles bajos de colesterol asociado con lipoproteínas de alta densidad son factores que predisponen a la arteriosclerosis intracraneana, un factor fisiopatogénico importante en el ACV isquémico.
Diversos estudios mostraron que las dietas vegetarianas reducen la presión arterial y los niveles de glucosa y colesterol; además, este tipo de dietas reducirían la incidencia de enfermedad cardiovascular y la mortalidad por causas cardiovasculares. Sin embargo, los pacientes que consumen dietas vegetarianas, por lo general, tienen una ingesta reducida de vitamina B12, cuyo resultado es el incremento de la homocisteína y del riesgo de ACV. Algunos grupos mostraron también que algunas proteínas de origen animal serían particularmente beneficiosas para prevenir el ACV hemorrágico y el ACV isquémico. Los riesgos y los beneficios netos de las dietas vegetarianas, en términos del riesgo de ACV, no se conocen con precisión.
El objetivo del presente estudio* fue analizar la incidencia de ACV en general, ACV isquémico y ACV hemorrágico en 2 cohortes de sujetos de Taiwán, vegetarianos y no vegetarianos. Además, se evaluó si la posible asociación entre la dieta vegetariana y el riesgo de ACV se modifica en relación con la ingesta de vitamina B12.
Las cohortes analizadas fueron la del Tzu Chi Health Study (cohorte 1 con 6002 participantes) y la del Tzu Chi Vegetarian Study (cohorte 2 con 12 062 participantes), seguidas, de manera prospectiva para la identificación de eventos de ACV, en la National Health Insurance Research Database (NHIRD). Alrededor del 30% de los sujetos de ambas cohortes refirió consumir dietas exclusivamente vegetarianas (no ingesta de carnes ni pescados).
En la cohorte 1 los sujetos completaron cuestionarios que permitieron conocer las características demográficas, los antecedentes clínicos, y los hábitos de vida (actividad física y consumo de alcohol y tabaco). Las características de la dieta se conocieron con el Food Frequency Questionnaire (FFQ), con 64 grupos de alimentos. Para la cohorte 2 la dieta se conoció mediante el FFQ de 57 secciones. Los eventos de ACV se identificaron a partir del NHIRD.
Para un subgrupo de 1528 sujetos se dispuso de información acerca de los niveles séricos de homocisteína, vitamina B12 y folato. Las asociaciones entre la ingesta de dietas vegetarianas y la incidencia de ACV en general, ACV hemorrágico y ACV isquémico se estimaron con modelos de regresión de Cox, con ajuste según la edad, el sexo, el nivel educativo, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la actividad física, el índice de masa corporal (sólo en la cohorte1), y la presencia de hipertensión arterial, diabetes, dislipidemia y enfermedad cardíaca isquémica.
Los sujetos que consumían dietas vegetarianas tuvieron niveles significativamente más bajos de vitamina B12 y concentración más alta de homocisteína, en comparación con los participantes que ingerían dietas no vegetarianas.
En la cohorte 1 se registraron 54 eventos de ACV en 30 797 persona-años de seguimiento. Los sujetos vegetarianos (respecto de los no vegetarianos) tuvieron riesgo reducido de ACV isquémico (hazard ratio [HR]: 0.26; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 0.08 a 0.88).
En la cohorte 2 se produjeron 121 eventos de ACV en 76 797 persona-años de seguimiento. Los pacientes vegetarianos (respecto de los no vegetarianos) tuvieron riesgo reducido de ACV en general (HR: 0.52; IC 95%: 0.33 a 0.82), ACV isquémico (HR: 0.41; IC 95%: 0.19 a 0.88), y ACV hemorrágico (HR: 034; IC 95%: 0.12 a 1.00). Según los resultados de los análisis exploratorios, la ingesta de vitamina B12 podría modificar la asociación entre la ingesta de dietas vegetarianas y el riesgo de ACV (p para la interacción = 0.046).
Los resultados del presente estudio prospectivo en dos cohortes de Taiwán indican que la dieta vegetariana reduce el riesgo de ACV en general, y el riesgo de ACV isquémico y hemorrágico. La concentración de vitamina B12 podría afectar la relación entre la dieta y la incidencia global de ACV.
* Neurology
Vegetarian Diet and Incidence of Total, Ischemic, and Hemorrhagic Stroke in 2 Cohorts in Taiwan
CHL Lin et al
Vol 94 N°11 pp. 1112-1121
DOI: 10.1212/WNL.0000000000009093
