La mitad de los mayores de 35 años que juegan fútbol periódicamente no confían en su capacidad para reconocer los síntomas de un riesgo cardíaco inminente mientras practican el deporte.
Un reciente artículo publicado por la revista The Internal Medicine Journal*, encuestó 153 jugadores de fútbol mayores de 35 años que participaban con frecuencia en partidos competitivos a sociales. El ejercicio que practicaban un promedio de 3,6 días a la semana les insumía 2,6 a 2,4 horas de actividad moderada e intensa, respectivamente.
El profesor Geoffrey Tofler, autor principal del artículo y miembro del Royal Australasian College of Physicians (RACP) y de la Universidad de Sydney y el Royal North Shore Hospital, expresa en el artículo:
"aunque el ejercicio regular mejora la salud, el extenuante provoca un aumento transitorio del riesgo cardíaco. Es fundamental ser capaz de reconocer las señales de advertencia de un evento cardíaco inminente para mitigar esos riesgos durante el ejercicio."
Tofler aclara que “los riesgos son elevados cuando los participantes adolecen factores de riesgo preexistentes como hipercolesterolemia, hipertensión, tabaquismo, problemas de peso y antecedentes familiares de enfermedades cardíacas”.
A pesar de la popularidad del fútbol practicado por mayores, no se ha estudiado adecuadamente la prevalencia de los factores de riesgo cardíaco y sus posibles síntomas en los jugadores.
"En total, uno de cada cinco participantes del estudio tuvo el año anterior una o más posibles manifestaciones cardíacas durante un partido, pero solo una cuarta parte buscó atención médica", dijo.
"En un supuesto partido alrededor de la mitad de sus eventuales participantes comentaron que si sintieran dolor de pecho seguirían en el campo durante cinco a diez minutos a la espera de la superación de los síntomas."
Es decir, “no estaban seguros de reconocer los síntomas que podrían experimentar durante los juegos, como dolor en el pecho, indicativo de riesgo cardíaco potencialmente grave.
“Estas son estadísticas preocupantes, especialmente cuando aumenta la edad. Este riesgo es aún mayor en quienes hacen ejercicio con poca frecuencia o no lo hacen en absoluto”.
Es fundamental la necesidad de una mejor educación y conocimiento cardíacos como una solución clave para prevenir o mitigar eventos indeseables.
La mayoría de la cohorte encuestada coincidió en la importancia de contar durante los partidos de fútbol con desfibriladores externos y la capacitación necesaria para la resucitación cardiopulmonar (RCP).
"Realizar RCP y usar un desfibrilador podría ser la línea entre la vida y la muerte para alguien que sufre un paro cardíaco repentino, puesto que la tasa de supervivencia disminuye entre 7 y 10 por ciento por cada minuto sin el uso de ninguno de los dos métodos". dice el profesor Tofler.
Las estrategias educativas deben centrarse en dar a los jugadores instrucciones claras para ayudar a reconocer rápidamente los síntomas y controlar los eventos cardíacos.
El autor remarca que las instrucciones deben estar disponibles para los jugadores de forma electrónica y mediante carteles dispuestos en los ambientes de juego. Esto lo considera vital para tomar medidas rápidas y aumentar la tasa de supervivencia.
“Si bien es importante tener en cuenta que los beneficios del ejercicio aún superan con creces el riesgo cardíaco en general, estas medidas aumentarían aún más la relación beneficio-riesgo”.
Resultados clave
De los 153 participantes el 49,6 % no confiaba en su capacidad para reconocer los síntomas de un ataque al corazón en sí mismos y aún menos (32,7 %) manifestó confianza en reconocerlos en los demás.
En los 12 meses anteriores a la encuesta, uno de cada 5 participantes informó haber experimentado uno o más síntomas cardíacos potenciales durante la actividad física.
Solo el 24,4% de los que presentaron síntomas buscaron atención médica
En un escenario hipotético de un participante que experimenta dolor en el pecho mientras juega el 46,6 % dijo que abandonaría el campo de inmediato, sin embargo, el 49 % continuaría jugando durante 5 a 10 minutos para ver si el dolor se aliviaba y varios continuarían jugando.
Un tercio se sentiría avergonzado de ir al hospital si pensara que está teniendo un ataque al corazón pero se equivocara.
El 45,1% dijo que si pensaban que estaban teniendo un infarto, preferirían que alguien los llevara al hospital que que una ambulancia llegara a su casa”
Solo el 39,9% sabía que los síntomas de advertencia pueden preceder a un infarto por días o más.
El 67,3% sabía cómo realizar la RCP.
Perfil de los encuestados
La encuesta Masters Football and Cardiovascular Risk (MAFACARI) recopiló datos anónimos autoinformados a través de un cuestionario en la web que registró 153 jugadores amateurs principalmente hombres (92%) de Sydney, con edad promedio de 49,3 ± 7,5 años.
Durante los partidos la pasión por el juego y la intensidad de las emociones fue mayor en los jugadores de competición.
Casi las tres cuartas partes (73,3 por ciento) de las personas encuestadas habían jugado al fútbol durante al menos cinco años desde los 35 años de edad y hacían ejercicio o practicaban deportes una media de 3,6 días a la semana.
Las razones más populares para jugar fueron la interacción social y el disfrute (93,5 %), la salud y el ejercicio (89,5 %) y el amor por el fútbol (79,7 %).
El 75 % de los participantes poseía títulos universitarios, condición que hace suponer que los jugadores con nivel educativo inferior pueden tener aún menos conciencia sobre los problemas cardíacos.
* The Internal Medicine Journal
Masters age football and cardiovascular risk
Matthew A. Francis,Thomas Buckley,Alexander R. Tofler,Geoffrey H. Tofler
15 de marzo, 2022
https://doi.org/10.1111/imj.15660
