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Asociación manifiesta entre el exceso de azúcar añadido en alimentos y bebidas con el riesgo de síndrome metabólico
European Journal of Preventive Cardiology Minneapolis, EE.UU. 31 Enero, 2024

El consumo periódico elevado de alimentos y bebidas ricos en azúcares añadidos incide en los niveles bajos de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL-C), hipertensión y la alta prevalencia de hiperglucemia, diabetes e hipertrigliceridemia.

Temas claves: síndrome metabólico, azúcar añadido, industria alimentaria, regulación preventiva, lipoproteínas de alta densidad,  HDL-C, hipertensión, hiperglucemia, diabetes, hipertrigliceridemia

European Journal of Preventive Cardiology: Sage Journals
El artículo que publica la revista European Journal of Preventive Cardiology * evalúa la asociación entre el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares agregados y el riesgo de desarrollo de síndrome metabólico.

En los últimos 25 años, el aumento de la prevalencia de síndrome metabólico (SM) motivó la implementación de diversas medidas nutricionales destinadas a su prevención o tratamiento.
El informe da prueba de ello al centrarse en el seguimiento prolongado de una población adulta estadounidense compuesta por mujeres y hombres afroamericanos y blancos inscriptos en el programa Desarrollo de Riesgos de Arterias Coronarias en Adultos Jóvenes (Coronary Artery Risk Development in Young Adults Study - CARDIA).

Current Research – Scoring and Classifying Outcomes for Research in  Exercise and Sleep
Los autores plantearon que el consumo de una dieta con alto contenido de azúcares agregados también se asocia positivamente con el riesgo de SM incidente; por lo tanto, examinaron las fuentes de ingesta de carbohidratos (CH) y evaluaron el consumo de azúcares añadidos, alimentos ricos en carbohidratos y bebidas azucaradas y su relación con el desarrollo de SM en los participantes del estudio CARDIA.

Población evaluada
El estudio prospectivo CARDIA busca determinar el papel de los factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Comprende una cohorte de 18 a 30 años de edad inicial que permaneció en observación durante los últimos 30 años. 

Entre las evaluaciones realizadas para el estudio, los  participantes respondieron un cuestionario donde se definían los alimentos y bebidas consumidos en el mes anterior a la inclusión y en los exámenes de seguimiento realizados periódicamente. 

Definición de síndrome metabólico
El síndrome metabólico se definió como la presencia de al menos tres de los cinco factores de riesgo siguientes: 

1) glucosa plasmática en ayunas ≥100 mg/dl o en tratamiento farmacológico para hiperglucemia o diabetes, 

2) HDL-C < 40 mg/dl en varones o <50 mg/dl en mujeres, 

3) triglicéridos en ayunas ≥150 mg/dl o en tratamiento farmacológico para hipertrigliceridemia, 

4) perímetro de cintura >102 cm en varones o >88 cm en mujeres y 

5) presión arterial sistólica ≥130 mmHg o presión arterial diastólica ≥85 mmHg o tratamiento farmacológico para la hipertensión.

Azúcares y riesgos
El análisis incluyó los datos de 3 154 participantes, estratificados en quintiles de ingesta diaria de azúcares añadidos y bebidas azucaradas. 

Los individuos del quintil más alto de azúcares agregados tenían un riesgo de padecer síndrome metabólico un 51% mayor que los del grupo con menor consumo diario.

Según el estudio, las personas que ingerían más productos con azúcares añadidos consumían menos alimentos integrales, fruta y sus jugos, verduras, legumbres, frutos secos, carne de aves, pescados y mariscos y más carnes rojas o procesadas y productos lácteos.

Los participantes del quintil más alto de ingesta diaria de bebidas azucaradas tenían un riesgo de síndrome metabólico un 38% mayor que los que informaron menor consumo.

El HDL-C bajo se asoció significativamente en los quintiles crecientes de ingesta de alimentos y bebidas con azúcares agregados. Todos los componentes del SM, excepto la hiperglucemia o la diabetes, exhibieron una asociación significativa con los quintiles crecientes de consumo de bebidas endulzadas.

En un análisis que combinó el azúcar añadido procedente de alimentos y bebidas, el consumo elevado se asoció con un aumento de más del 50% del riesgo de SM.

Además, el riesgo de SM aumentó de manera considerable a partir del consumo de 4,6 porciones al día de azúcar añadido procedente de alimentos y bebidas.

Solo la ingesta elevada de grandes cantidades de bebidas azucaradas se asoció con obesidad abdominal y elevaciones de presión arterial y triglicéridos. 

Reflexiones y conclusiones
Numerosas investigaciones internacionales informaron resultados variados con las estrategias que alteraban el tipo o la calidad de los CH y las fuentes de alimentos relacionadas. Se publicaron recomendaciones sobre su calidad y sugerencias para limitar la ingesta de azúcares agregados a los alimentos. 

Encuestas recientes sobre el estado nutricional de EE.UU. informaron que los adultos consumen aproximadamente el 47% de la energía procedente de los carbohidratos. En particular, suelen consumir más del 25% del contenido energético total en refrigerios y bebidas endulzadas con azúcar y la adición de sacarosa a las infusiones puede llegar a contribuir con alrededor del 35% del total de los CH ingeridos.

De acuerdo con la hipótesis planteada, los investigadores confirman que el mayor consumo de alimentos y bebidas con CH agregados fue un predictor significativo de SM incidente a lo largo de 30 años de seguimiento en esta población de adultos jóvenes estadounidenses.

Aunque en estudios anteriores la ingesta total de CH fue asociada con mayor riesgo de SM, no todos guardaron relación con malos resultados. Los autores aclaran que la diferenciación del tipo o la calidad de los HC así como la identificación de la fuente de alimentos y bebidas, es importante para comprender tanto los beneficios como los riesgos.

El consumo excesivo de alimentos y bebidas ricos en hidratos de carbono y azúcares añadidos aumentaría el riesgo de padecer SM y sus componentes debido a la mala calidad general de la dieta, en contraposición a los patrones dietéticos saludables u otros basados en vegetales, que protegen la salud cardiometabólica. 

En opinión de los investigadores, este tipo de dieta de baja calidad caracteriza a un patrón de 'dieta occidental', que promueve la disbiosis intestinal, altera la homeostasia y da lugar a trastornos metabólicos, obesidad, dislipidemia, inflamación y resistencia a la insulina. 

Ante la presunción de que en un futuro cercano los fabricantes de alimentos no cambiarán en sus productos el contenido de CH agregados, los autores consideran que la selección de alimentos y bebidas saludables recae en el consumidor.

Los resultados informados enfatizan la necesidad de limitar la ingesta diaria de azúcares agregados y de profundizar la investigación sobre la composición y la calidad de los CH para comprender mejor la complejidad de su asociación con los factores de riesgo de SM.

Los riesgos del comercio descontrolado
En muchos países existen reglamentaciones que se aplican a modo de advertencia en los envases cuyos contenidos alimentarios ofrecen azúcares.

El SM agrupa tres de los cinco factores de riesgo adversos para contraer enfermedad cardiovascular (ECV): obesidad abdominal, presión arterial elevada, triglicéridos elevados, glucosa elevada o diagnóstico de diabetes y colesterol HDL bajo (C-HDL). El SM también es un conocido precursor de la diabetes tipo 2. 

Desde 1999, la prevalencia del SM entre los adultos estadounidenses aumentó del 28,2 al 37,1 % en 2018. La prevención y tratamiento abarca varias estrategias dietéticas, entre las que destacan la alteración o el tipo o la calidad de los CH y las fuentes de alimentos relacionadas. 

En un metanálisis de 18 estudios observacionales realizados en varios países, los adultos que consumían la mayor cantidad de CH total en comparación con los más bajos tenían un 25 % más de riesgo de desarrollar SM, mientras que los resultados de otros numerosos trabajos fueron discordantes en cuanto a las asociaciones entre el CC total ingesta y SM. Las causas podrían deberse a la diferente composición de nutrientes y compuestos de los alimentos y bebidas con CH, incluidos productos de cereales, verduras, frutas, lácteos y bebidas endulzadas con azúcar (BEA), así como por la cantidad de azúcar añadido.

Por lo tanto, examinar la ingesta total de CH en relación con un resultado de salud probablemente enmascare las asociaciones diferenciales de las fuentes de CH mencionadas.

Las recomendaciones mundiales de CH, así como las Guías Alimentarias de EE.UU. 2020-25, enfatizan la calidad de los CH, incluida la ingesta de alimentos ricos en fibra, pero limitando la ingesta de azúcar añadido o azúcar libre. 

Los adultos consumen alrededor del 47 % de la energía (kcal) de los CH. En particular, ingieren más del 25 % de la energía total a partir de bocadillos y refrescos azucarados, según las Encuestas Nacionales de Examen de Salud y Nutrición 2015-16 de EE.UU.
El artículo recuerda que la ingesta de bebidas azucaradas y de café y té endulzados contribuye aproximadamente al 35% del total del azúcar añadido consumido por los adultos; el resto proviene de fuentes alimenticias como dulces, cereales para el desayuno, postres, pan, bollos, tortillas y otros productos azucarados. 

El consumo de bebidas azucaradas se ha relacionado negativamente con los resultados de salud en todo el mundo, incluido el desarrollo de obesidad, obesidad abdominal y SM en adultos, así como obesidad y SM en adolescentes.

 

* European Journal of Preventive Cardiology 
Consumption of foods and beverages rich in added sugar associated with incident metabolic syndrome: the Coronary Artery Risk Development in Young Adults (CARDIA) study
Rae K Goins, Lyn M Steffen, So-Yun Yi, Xia Zhou, Linda Van Horn, James M Shikany, James G Terry, David R Jacobs
3 de enero, 2024
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